¿Se puede ser santo siendo un importante empresario? Hace unos pocos días se cumplieron 53 años de la muerte del Siervo de Dios Enrique Shaw, empresario argentino que se encuentra en proceso de canonización. Fue director de una de las más importantes empresas argentinas de su época (Cristalerías Rigolleau), fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa y fue parte del equipo que impulso la creación de la Pontificia Universidad Católica Argentina.

Creemos que es totalmente necesario que su testimonio de vida sea difundido, sobre todo en el mundo empresarial, pues ilumina muchas de sus realidades. Tomando en cuenta el libro de Adolfo Critto, que recoge algunas notas y apuntes personales, así como el documental Enrique Shaw. El Apóstol Sonriente, de KUNTUR Producciones, queremos destacar sólo 5 de los muchos aspectos que el mundo empresarial necesita aprender de este Siervo de Dios, que se encuentra próximo a ser declarado venerable.

1. Comunicación y estilo de liderazgo: ¡Un CEO que invitaba a los sindicalistas a su propia casa!. Le daba una recta valoración a la confianza con los colaboradores, dejando atrás un antagonismo de elegir ser o un jefe blandengue que huye a los problemas o un jefe autoritario y lejano. Enrique Shaw entendió que no es necesario ir a estos extremos, viviendo las palabras de Pablo VI, “La justicia es la medida mínima de la caridad”.

Ser “patrón” no es un privilegio, es una función. Que en una empresa los obreros tengan: Voz y voto, en cuestiones sociales. Comité de seguridad e higiene, cumplimiento de las leyes, reglamento interno, reglas generales para consumos. Que también tengan voz en cuestiones técnicas, que estén enterados de las cuestiones económicas y financieras. Es importante destacar la importancia del espíritu de colaboración y de confianza.

2. Gastarse y desgastarse en búsqueda de la eternidad: Enrique Shaw era un empresario con visión de futuro pero sobretodo con una visión fija en la eternidad. «Si yo supiera que me voy a morir dentro de una semana, ¿no querría haber demostrado mejor carácter, sobre todo con mi familia?» Tenía un día a día exigente, y se esforzaba en vivirlo según el máximo de sus capacidades y sus posibilidades, «El apóstol debe saber lo que piensa Cristo y vivir esa caridad en su trabajo, en el hogar, en el lugar donde lo colocó la Providencia. Debe entregarse sin reservas».

3. Buscar el desarrollo del colaborador: Para Shaw, las teorías del coaching y planes de desarrollo organizacional – tan mencionadas hoy en día – tenían como esencia buscar con reverencia y seriedad la propia reflexión, tanto del supervisor como del colaborador. «Más que darles algo nuestro hay que hacerles descubrir lo que ellos tienen de bueno, haciéndolos pensar, por ejemplo, si no creen poder hacer algo mejor de lo que están haciendo. A veces alguien no sirve por culpa nuestra. En el trabajo se debe poder desarrollar la personalidad. La empresa, consciente o inconscientemente, es un molde».

4. Formarse para santificar la profesión: A pesar que estudió administración en Harvard, Shaw siempre estaba en constante aprendizaje. Pensaba que un empresario debe estar en continua formación, no creer que por llegar alto ya no necesita aprender. Andaba siempre con una libretita para apuntar. En su posición, tiene la bendición de aprender de todo y de todos pero siempre con la actitud de poner todo ese conocimiento al servicio de los demás: «Es necesario formar empresarios cristianos y darles un estilo de vida; contribuir a un mundo mejor, principalmente mediante la acción de cada empresario cristiano en su propia esfera, mediante la acción que, como institución, se pueda aportar a las instituciones y estructuras que hacen al bien común. El acento debe ser puesto sobre los hombres, sobre los jefes en nuestro país. Esta es una misión de religión y vida: tratar de santificarnos a través de la profesión y de santificar la profesión».

5. Respetar para mandar a los demás: Llegar a ser gerente es la aspiración de muchas personas en las organizaciones, aunque no siempre se toma en cuenta que como parte de los roles y funciones, la mayoría de gerentes tienen que estar en contacto con muchas personas: colaboradores, proveedores, pares, clientes, accionistas, competidores, etc. Sin embargo, el día a día a veces hace que se distorsione el contacto con todas estas personas. Este siervo de Dios, tenía un secretito … al inicio de cada jornada se proponía: «El Señor no necesita de nuestros triunfos sino de nuestro amor. Estar atento a las necesidades de la gente con quien voy a estar en contacto hoy».

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