Mons. Olivera pidió por la pronta beatificación de Enrique Shaw
El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, pidió por la pronta beatificación del venerable siervo de Dios Enrique Shaw, para la gloria de Dios y el bien de la patria, en la misa que presidió el miércoles 27 de agosto, al cumplirse 52 años de su fallecimiento, en la basílica Nuestra Señora del Pilar, en el barrio porteño de Recoleta.
Monseñor Olivera, delegado para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal, dijo que el Señor escucha la oración de su pueblo y señaló que Enrique Shaw -padre de familia, empresario con pasión por sus obreros, esposo con amor para siempre- hizo, hace y seguirá haciendo tanto bien con su vida, y cuando la Iglesia lo confirme, si es su voluntad, como beato, santo, será como un faro.
Los santos son hombres y mujeres de carne y hueso, débiles, como nosotros -dijo-; nos recuerdan que la santidad es posible y es para todos. Sólo a algunos la Iglesia los pone como modelos, pero hay innumerables santos. Mencionó a santa Mónica, que rezó y lloró por la conversión de su marido y de su hijo, San Agustín, gran obispo de la iglesia.
La conversión es posible, dijo; encontrar la alegría del encuentro con Jesús. A veces nos duele ver la patria alejada de Dios, de los valores evangélicos, confesó. Y agregó que Enrique Shaw plasmó en su vida el Evangelio, amó a Dios sobre todas las cosas pero también al prójimo, profundizó en la doctrina social de la Iglesia, vio a los obreros como parte de la familia.
Asistentes
El obispo concelebró con el vicerrector de Formación Integral de la Universidad Católica Argentina (UCA), presbítero Santiago Boquin; el capellán mayor de la Armada, presbítero Francisco Rostom Maderna, y otros cinco sacerdotes, asistidos por siete seminaristas del obispado castrense, con albas blancas. La presencia del clero y seminaristas castrenses se debe a que Shaw fue marino y llegó a ser teniente de fragata antes de retirarse para volcarse a la actividad empresarial.
Entre otros, estaban el rector de la UCA (de la que Shaw fue tesorero en sus comienzos, en 1958, ya estando enfermo de cáncer), Miguel Ángel Schiavone, y la presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), Silvia Bulla, entidad que Shaw fundó en 1951 y presidió hasta 1954. Con Bulla estaban los vicepresidentes 1° y 2°, Ignacio Gorupicz y Daniel Martini. Y un vocal de su mesa ejecutiva, Ignacio Driollet, leyó el Salmo en la misa.
Había miembros de la Acción Católica Argentina, cuya rama de hombres presidió en 1961; entre ellos, Adrián Álvarez, secretario del consejo directivo de esa asociación de apostolado laical y a su vez presidente del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec), y el ingeniero Rafael Corso, ex presidente nacional.
Había hijos, nietos y bisnietos del venerable siervo de Dios; entre ellos, una bebita de menos de un año, Ana Martín Grondona, la descendiente más reciente, que estaba en brazos de su abuela, Elsa Shaw de Canale, hija del empresario recordado.
También estuvieron varios ex presidentes de ACDE, como Gonzalo Tanoira, Santiago del Sel, Juan Vaquer, Juan Pablo Simón Padrós y Luis Bameule. Y concurrió Oscar Parra, de un activo grupo de ACDE de la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe.
En una de las primeras filas estaba Carlos Custer, ex embajador ante la Santa Sede, quien trató mucho a Enrique Shaw porque trabajó y fue un joven sindicalista en Cristalerías Rigolleau, la empresa con una gran fábrica en Berazategui que Shaw dirigía como director delegado.
Entre los presentes, que llenaban el templo, se hallaban también el economista Orlando Ferreres; el empresario José Antonio Aranda, del Grupo Clarín; el director de Radio Grote, Tito Garabal; los periodistas Carmen Sicardi, Jorge Rouillon, Víctor Balseiro, Marisa Musci y María Amalia Caballero; la joven mexicana Clara Cuevas, influencer con miles de seguidores en redes sociales, y la presidente de la democracia cristiana porteña, Alejandra Muchart.
Artículo publicado por AICA, el 29 de agosto de 2024. Leé la nota completa aquí.