Para celebrar los 100 años del nacimiento de Enrique Shaw -quien podría ser el primer empresario del mundo moderno reconocido santo- el Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Mario Aurelio Poli, celebró el pasado 26 de febrero una misa en la Iglesia Nuestra Señora del Pilar. En este contexto, Portaluz entrevistó a la hija del empresario argentino, Sara Shaw, quien nos revela algunos recuerdos íntimos y avances en la causa de canonización de su padre.

Sara, ¿recuerda alguna anécdota personal que refleje este particular sello de santidad en su padre?

Tuve una infancia muy feliz, tengo recuerdos muy lindos, mis padres no hacían nada raro, éramos una familia muy normal … Después de 55 años mis amigas todavía recuerdan la amabilidad de mi padre, la sonrisa, como les prestaba atención… Todo era con mucha delicadeza, de poner buen ambiente y alegría en la casa.

Yo tenía 16 años cuando el murió y puse por escrito varios recuerdos. Por ejemplo, el como hacía la acción de gracias después de comulgar, a mí me encantaba. Y una cosa que a mí me daba mucha alegría, cuando nos rodeaba con los brazos y poníamos la cabecita juntos cuando terminaba la misa; ya la gente se estaba yendo, decíamos la oración “Alma de Cristo santifícame…”. Eran dos minutos, pero uno sentía ahí la fuerza de la oración, de la comunión.

¿Algún otro recuerdo sobre la vida espiritual familiar de su padre?

Sí, que todos los días rezábamos el Rosario en la noche antes de comer y a él le encantaba que cada uno dijera el por qué quería rezar. Siempre había cosas que no eran problemas pero que nos preocupaban, entonces uno decía por tal cosa, por tal otra. Pero él siempre ponía en la oración por la paz del mundo u otras cosas más grandes. Lo que más me llamaba la atención era que siempre rezaba para que se convierta fulano, para que se convierta no sé quien … Porque la familia de él y la de mi mamá no eran muy piadosas que digamos. Nosotros sabíamos que el abuelo materno no iba a misa y entonces mi papá al decir eso nosotros siempre agregábamos: que se convierta el abuelo.

Siendo 9 hijos no es fácil el educar. ¿Cómo les llamaba la atención cuando alguno se portaba mal?

Era muy alegre, pero también exigente se puede decir. Nos alertaba a que hagamos esto, lo otro. Cuando íbamos donde el abuelo nos enseñaba a arreglar para que estuviera más lindo el jardín. Era algo positivo y todos nos acordamos de los sermones que nos daba.

Yo una sola vez lo vi enojado, porque cuando uno es chico siempre están las travesuras, pateándose, tirándose las cosas, todas las cosas normales de los chicos que tienen tanta energía y nosotros teníamos bastante energía también… Él estaba recién operado de cáncer, yo ya era grande, tenía 15 años más o menos y lo empujé a la pileta (piscina) con todo y había muchos chicos… Todavía me duele pensar en eso, porque él estaba operado y por eso no se tiraba a la pileta, pero claro los adolescentes tienen esa torpeza de actuar y después razonar. Lo tiré a la pileta y cuando salió del agua me dijo algo y yo le vi la cara de que estaba muy enojado, entonces yo me quedé enojada porque para mí era una broma. En vez de pedirle perdón me fui corriendo muy ofendida y el diciéndome: “Sara, Sara perdón porque te grité, pero lo que pasa es que caí arriba de un chico, no vuelvas a hacer eso cuando hay tanta gente”. ¡Era él quien me pedía perdón a mí! … y yo ahora pienso en eso, todavía me arrepiento.

¿Cuál fue el valor que más les inculcó Enrique a ustedes?

Siempre pienso en mi infancia y pienso en la alegría que él tenía que es un fruto del Espíritu Santo, porque yo decía no es ni virtud cardenal, ni teologal, pero también es algo que deriva de la caridad. Porque ser alegre y no incomodar a los demás con el mal humor, es parte de la convivencia social y de la caridad, el buen trato… y es lo que más recuerdan muchos testigos.

Alguien decía que por ejemplo un directivo cuando entra a la empresa mira hacia abajo para que nadie le incomode y le traiga problemas. Por el contrario, mi padre iba y preguntaba si había problemas. Era trabajador y de una alegría basada en lo sobrenatural; siempre estuvo identificado con la voluntad de Dios.

¿No tenía entonces proyectos a largo plazo sino que estaba atento a lo que Dios dispusiera cada día?

Bueno murió a los 41 años, seguía la voluntad de Dios y Dios le abría las puertas. Le gustaba ayudar en muchas obras sociales. En la universidad católica fue el primer tesorero, fundó la asociación de dirigentes de empresas. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial había mucha hambre en Europa. Él juntaba para mandar alimentos allá y le encargaron a mi padre la misión.

¿Que observaba en Enrique Shaw como esposo, como era con su madre?

Estamos haciendo con una hija y con una sobrina algo muy gratificante que es copiar las cartas de amor entre ellos. Es muy lindo porque estuvieron como novios dos años y medio, pero como él había sido marino, estaba mucho tiempo embarcado. Fue un noviazgo bastante particular, se escribían cosas, consultándose qué te parece esto, qué te parece lo otro.

Mi madre decía que le gustaba la libertad entonces mi papá que tenía 21 o 22 años le decía: “Pues en el matrimonio tendrás toda la libertad que quieras, pero siempre dime qué vas a hacer con tu libertad”. Los dos eran re-chicos pero se planteaban cosas importantes, como rezar el rosario juntos y leer lecturas lindas para nutrir su alma. Le gustaba mucho Francisco de Sales, ambos habían perdido a su mamá de muy chicos. Mi papá cuando tenía 4 años perdió a su mamá entonces ambos veneraban el tema del hogar, de la familia, de la vida en familia.

¿Qué tan difícil fue perder su padre a los 16 años?

La verdad, yo a veces pensaba que mi padre era tan bueno, tan bueno que por ahí todos nos recostábamos en él. Entonces por ahí Dios se lo llevó para movernos a nosotros un poquito más, porque era demasiado cómodo tener una persona tan santa y buena. Yo me consolaba pensando en eso,

¿Sara nos puede contar algún antecedente sobre este posible milagro que podría llevar a la beatificación de Enrique Shaw?

A fines del año antepasado -porque el año pasado estuvo frenado todo por la pandemia-, mandaron a Roma el caso del accidente de un chico en estado muy grave (n. del e.: cuya mejoría milagrosa se atribuye a la mediación de Enrique Shaw). Bueno, ya lo revisaron y le dieron la validez. Una causa de beatificación tiene un proceso legal porque toca ir por muchas etapas, en cada etapa piden aclaraciones. Por ejemplo, ya pasó la etapa de los historiadores que pidieron muchas aclaraciones porque no conocen mucho, todo tiene que estar clarito, muy clarito. Después pasó la etapa de los teólogos que también ya la aprobaron toda. Ahora pasa a los cardenales, que va a ser muy pronto eso…

¿Entre los 9 hijos de Enrique, alguno es explícito en manifestar su anhelo de santidad?

La verdad es que nunca hemos hablado de eso y yo no puedo hablar por mis hermanos. El sacerdote que está en Kenia estoy segura de que sí. Para mi padre ese era el ideal, él de chico ya se lo planteaba en las cartas a su novia, mi madre. Decía: “Para este año me propongo con mucha firmeza hay que ser santo… empezar ya”. Y mi mamá le contestaba que ella era Marta; por ahí se asustaba un poquito de verlo así tan exigente. Pero realmente no es ser exigente es hacer lo que hay que hacer de buen modo y siempre buscar la voluntad de Dios.


Una entrevista de Ana Beatriz Becerra para Portal Luz, publicada el 12 de marzo de 2021.

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