Por Mons. Mario A. Poli
ACDE, 8/6/2000

INTRODUCCIÓN

Deseo poner de relieve según lo que pude espigar, con la investigación en sus archivos personales, de la superabundante vida teologal, la coherente vivencia de las virtudes fundamentales que guiaron su obrar (justicia, fortaleza, prudencia, templanza) en grado superlativo; la exquisita humanidad y espíritu eclesial, y especialmente el estilo original de su personalidad frente al doble compromiso con la realidad que constituyó su razón de ser y pasión a la vez: me refiero a su familia y a su consciente papel de laico como dirigente de empresa cristiano.

Estos son los talentos, entre otros muchos, con que Dios coronó la existencia de Enrique, y a los que respondió con valiente decisión y espíritu sobrenatural. A poco de contactarme con su pensamiento escrito tuve la íntima convicción de estar ante un hombre que sintió las exigencias interiores de su conciencia, y que no postergó su perseverante vocación de servicio.

Cuento para este propósito con el conocimiento de la sorprendente canterade sus escritos, la mayoría de ellos inéditos, y me voy a sujetar, (porque vengo de la historia eclesiástica, de la investigación, de los archivos, los papeles, las crónicas) a un lenguaje extraño, el del mundo empresarial, totalmente ajeno a mí. Soy sacerdote, me dedico a la historia eclesiástica.

Gracias a la responsable conservación de estos escritos inéditos por parte de su familia, y la reciente organización de sus archivos, y la efectiva y criteriosa digitalización de los textos originales, me ha sido posible abarcar gran parte de sus ideas, conferencias, pensamientos sueltos, esquemas de charlas, dadas y recibidas, anotaciones, reflexiones, que tienen por común denominador la idea constante de la misión que Dios le encomendara en la Iglesia y en el mundo, sin oponerlos, muy por el contrario, integrando estos dos escenarios en el plan único de la salvación querida por Dios para el género humano.

El camino recorrido para conocer el pensamiento de Enrique Shaw, entonces, laico, casado y padre de nueve hijos, empresario católico, muy comprometido con la doctrina social de la Iglesia y con su tiempo, comprende escritos editados e inéditos, los que conforman un cuerpo documental muy amplio y variado, tanto en su contenido como en su estilo y modo de presentación.

      Fundamentalmente nuestro interés se centró en un período de su vida, desde la composición de su diario, a partir de 1940 aproximadamente, hasta que aconteció su muerte en 1962.

      Su pasión por la escritura, por dejar un testimonio casi cotidiano, nos ha permitido rastrearlo. El protagonismo que ejerce en la dirigencia laical en general, y en el empresariado católico en particular por un lado, y la madurez de su pensamiento con relación al Magisterio Social de la Iglesia por otro, nos confirman dicha elección.

Además, la mayoría de sus escritos pertenecen a esta etapa de su vida que, por cierto, adquiere una proyección insospechable, a través de conferencias, cursos, intervenciones en foros nacionales e internacionales y como hombre de consulta del Episcopado argentino en materia de pastoral obrera, al menos, con motivo de la publicación de una pastoral colectiva de los obispos de 1956 a la cual me voy a referir más adelante.

      A su vez, sus testimonios dejan entrever cómo fue creciendo el hombre interior que cultiva su espíritu con una selecta bibliografía referida a la Teología espiritual y ascética, como lo muestran sus abultadas notas y citas, fundamentalmente su biblioteca compuesta por libros de prestigiosos teólogos y maestros espirituales, en su mayoría marcados y señalados por él: acaso una muestra más, de su insaciable búsqueda de un camino sobrenatural. Del mismo modo prestamos atención al eco que tuvo en el empresario el Magisterio pontificio, la riqueza del Magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia en el s. XX, ya desde fines del s. XIX con León XIII, con especial referencia a la Doctrina Social de la Iglesia a la que se adhirió y divulgó con singular originalidad y aplicación entre los hombres del mundo empresarial.

Las Sagradas Escrituras que frecuentó con asiduidad dominan e iluminan todas sus reflexiones. Por último, su amor a la Iglesia y devoción filial a la Santísima Virgen de Luján, ponen la nota sólida de una espiritualidad fundada en la mejor tradición católica.

Yo no quiero dar una semblanza de él. Se puede recurrir a la de Ambrosio Romero Carranza más sintética. Quiero mencionar, más ajustado a los grandes momentos de su vida, la cronología de la vida de Enrique Ernesto Shaw publicada en separata por ACDE. Algunos aportes agrega Hernando Campos Menéndez en ocasión del XX Aniversario de la muerte de Enrique Shaw. En este mismo género téngase en cuenta además, las memorias de su hija, Sara Shaw de Critto, en ¨ Recuerdos de Papá ¨, muy interesantes, fechadas en una versión de 1980. Finalmente considero muy útil la ¨ Biografía Breve ¨ de Enrique Shaw, (1921- 1962) , también de ACDE de Julio de 1998. Y la de Norberto Padilla, “La Urgencia de Cumplir una Vocación Laical” en la “Nueva Provincia”, breve semblanza pero muy linda también. 

      Entonces, con el afán de ordenar las fuentes escritas agrupamos el material consultado de la siguiente forma, en grandes bloques: impresos y manuscritos.

Es conocida “La Misión de los Dirigentes de Empresa” (con motivo del Congreso Eucarístico Nacional de Octubre de 1959); una de las obritas más lindas y gozosas para mí, “Eucaristía y Vida Empresaria”; “La Empresa, su Naturaleza, sus Objetivos y Desarrollo Económico”, más específica sobre su tema, escrito en colaboración para el Congreso Mundial en Santiago de Chile de UNIAPAC en 1961; también “Id y dominad la Tierra (concepto cristiano de desarrollo)”, de 1962, y otros escritos menores; su intervención en la 66 Mesa Redonda Interinstitucional, que salió en Clarín en 1960; “Etica del marketing, y su proyección social” en IADE (Revista del Instituto Argentino de Dirección de Empresas).

Pero la cantera a la cual me refería son los manuscritos, esa cantera hermosa que me permitió tomar contacto con el temple y genio de este hombre.

      Se trata de carpetas foliadas, cuadernos foliados y numerados, libretas y libretitas de anotaciones, algunas sin foliar; su contenido es variado, apuntes tomados en conferencias, hay varias de MonseñorMoledo y otras muchas más con comentarios personales a las mismas; esquemas de sus conferencias, reflexiones a partir de textos bíblicos, o de la lectura de algún libro espiritual o teológico, desarrollo de algunos puntos de la Doctrina Social de la Iglesia contenida en documentos pontificios, muy adaptados y bajados a la realidad, ideas sueltas y espontáneas, pensamientos espirituales, oraciones y jaculatorias piadosas, como por ejemplo, las que hace a la Virgen de Luján. También pequeños propósitos ascéticos que precedían a la peregrinación a Luján.

Quiero decirles que hay una rarísima coincidencia en esto: he visto que sus últimos propósitos los hizo en el año 1961; ya enfermo, él fue a Luján caminando; aparentemente un trecho llegó a ir. Se ve que lo llevó algún amigo, he visto unas intenciones de ese año. Digo “rara coincidencia”, porque con mi hermano en 1962 empecé a ir a peregrinar a Luján; también conozco lo que significa caminar a la sombra de María, tengo esa experiencia, hermosa, y ya con eso empezamos a tener puntos en común; un gran sentimiento mariano que fue creciendo y creciendo en forma impresionante a través de sus escritos. También sentimientos que le despierta alguna fiesta o solemnidad de la Iglesia. Tenía un misal o se llegaba a la sacristía, copiaba la oración colecta, lo cual  significa cultura litúrgica, y luego hacia pequeños esbozos.

Además escribió anotaciones sugeridas por la predicación escuchada en la Eucaristía dominical y también crítico de algunas predicaciones, bosquejos de documentos, síntesis de algún pensamiento de su interés, meditaciones en torno a su familia, y su responsabilidad como laico empresario.

Un reciente relevamiento de este material distribuye sus escritos de la forma siguiente: cuadernos y libretas, diarios en 5 cuadernos redactados entre 1940 y 1941, cuadernos redactados entre 1940 y 1946, anotaciones sobre libros religiosos leídos en cuatro cuadernos escritos entre 1941 y 1947; cuestiones o ideas sueltas para meditar, dos cuadernos y una libreta que abarcan desde 1939 hasta 1944; cuestiones o ideas sueltas en torno a la educación en 5 cuadernos, una pasión y no suplementaria: la educación. También estaban como en el centro, redactadas entre 1940 y 1946; citas y apuntes sobre la Biblia, los que yo considero 5 cuadernos de oro; estos últimos seguramente fueron escritos después de 1950 porque cita la Biblia de Jerusalén en francés, es el tiempo en que ha salido, es uno de los primeros seguramente por influencia de Monseñor Mejía, supongo yo, y también por su cultura general.

También hay un cuaderno privado de notas personales, de carácter espiritual, y cuadernos con apuntes técnicos sobre buques. Existen además varias carpetas, son 9 carpetas numeradas de 1 a 9, esbozos de diversas charlas, escritos entre 1950 y 1951, apuntes de un retiro del padre Manuel Moledo en ACDE, una carpeta, esbozo de la pastoral colectiva del Episcopado argentino, sobre la promoción y la responsabilidad de los trabajadores, que me ha despertado particular interés de investigación.

Una carpeta, hojas sueltas, reunidas en cuadernos y notas, y 92 cartas a familiares y amigos desde 1927 hasta 1962.

I

      Voy a referirme a la formación humanista y doctrinal del autor; no lo saco de ninguna semblanza, sino de lo que pude deducir de sus escritos.

Sus escritos revelan un hombre culto, evidentemente de una sólida formación humanista y técnica; me sugieren que estoy frente al pensamiento de un humanista cristiano, afirmación que no quiere desmerecer su excelente capacitación profesional como empresario, la que sobradamente queda demostrada en las semblanzas biográficas, y por los testimonios de los que lo conocieron personalmente.

Evidentemente se trata de un hombre que ha tomado en serio su fe, y ha tratado de ser coherente con ella en el ámbito de su vida privada, en su profesión, primero como oficial de la marina y luego como empresario, y sobre todo como padre y esposo, respondiendo generosamente a su vocación como laico comprometido en su tiempo.

Durante los años en la marina, por ejemplo, en torno a este tema de la formación, es importante ver cómo cultivó la lectura culta, y la información científica, entremezclada. Enrique está en Puerto Deseado en 1940 y se lleva algunos libros para leer en un tiempo en que el piensa que va a estar ahí varado. “Grandes almirantes” de Hurtado Larraín; “Historia de América” de Pereyra; “Ensayos históricos de Mitre”; los ha trabajado, son largos, 5 tomos; “Etica de la autoridad” de Bertoni Flores; “La historia Argentina”, de Levene, creo que muchos la conocemos; un título en inglés “Economy, analysis and policy”. “El problema de los hijos”, Zabala Sáenz; “Los que pasaban”, de Plutarco entre la galería de los clásicos como Platón y Aristóteles; “El príncipe”, con comentarios de Napoléon; “Instrucción Cívica” de González Calderón entre otros. Y unas cuantas cosas profesionales dice él , y algunas revistas como “New Republic”. En sus escritos son recurrentes las referencias de clásicos, Aristóteles, Platón, Plutarco pero también de los Santos Padres. Soy profesor de Patrística en la facultad de Teología que abarca la historia de la Iglesia ciertamente y me ha sorprendido, no tanto el dominio específico de obras, sino su interpretación y su aplicación; cómo supo aprovechar la cantera de los Padres, y cómo los supo aplicar también. No cita fuentes directas de padres, salvo las confesiones de San Agustín y la regla pastoral de San Gregorio Magno; cita autores que citan a padres, pero sabe aplicar muy bien y aprovechar la lección de otros sobre los Padres y también de teólogos medievales: San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura. Dicho conocimiento hay que atribuirlo por un lado a la formación humanista recibida en los colegios primario y secundario, pues fue alumno del Colegio De Lasalle. Por otro lado, no hay que olvidar que fue el mismo medio familiar el que le contagió el aprecio por las letras y por la búsqueda del saber. Algunas cartas de su padre revelan que le pasa bibliografía. Por supuesto su contracción al estudio y su afición a la lectura, le abrieron las puertas de una cultura de nivel muy superior a la media común de los jóvenes de su época. Cuando leía estas cosas tenía 20 años; el dominio del inglés, el francés y el italiano colaboró decididamente a ampliar el horizonte de sus conocimientos.

      La formación doctrinal católica por su lado, si bien tiene raíces comunes con la misma educación básica se fue afirmando, por lo visto, a partir de su interés personal por conocer sus condiciones de bautizado, conocer a Dios, conocer a Cristo. Descubro que el conocimiento de la revelación es un hilo conductor de todos sus escritos religiosos y de meditación.

En el caso de Enrique hay que hablar de una esmerada y responsable autoformación como laico, sorprendente, que no tuvo reparos en incursionar en tratados teológicos para conocer mejor la fe que profesaba, y el pensamiento contemporáneo de la Iglesia, a la que le tocó servir y amar. Las citas de San Buenaventura y de Santo Tomás me sugieren esta autoformación de las mismas fuentes citadas. En este aspecto los autores son numerosos y bien identificados, ya que fueron empleados abundantemente en las apoyaturas bibliográficas de sus escritos y conferencias. En efecto, repetidas veces los cita con escrupulosa honestidad intelectual, y la inserción en el discurso habla de una comprensión profunda de cada uno de ellos.

Especial cuidado tuvo Shaw en conocer los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, aunque no en forma exclusiva, pues demostró tener interés en temas de liturgia, Sagrada Escritura, sacerdocio católico, sacramentos, contenidos en el Magisterio pontificio, el cual, como sabemos, es de fines del s. XIX. Quiero hacer una enumeración detallada de los documentos que no conoce superficialmente, sino que los conoce y ciertamente los ha manejado. Hay una cantidad de documentos de León XIII, sobre todo de la Rerum Novarum y Providentíssimus Deus (la cita numerosísimas veces); la “Divini IIlus Magistri” de Pio XI; “At Catolici Sacerdoti” también de Pío XI; “Quadragésimo anno” del mismo Papa, “Divini Redemptoris”, del mismo Papa; la Encíclica “Summi Pontificatus”, también de Pío XI, “El radio mensaje” “La solennitá della Pentecoste”, de Pío XII; la Encíclica “Mystici Corporis” de Pío XII, “ Divino afflante Spíritu”, muchas veces citado especialmente en los cuadernos porque le interesó muchísimo. Por supuesto, conocía el Evangelio; en su diario hay pocas citas del Evangelio, lo ocupan otras cosas, pero cuando descubre la cantera bíblica, y la Palabra de Dios, la Revelación, lo hace a partir de la inspiración de “ Divino afflante Spíritu”, con todo lo que significa lo que enseña el Papa sobre los géneros literarios, los sentidos de las escrituras medievales, las orientaciones para interpretar la escritura, y recoge la enseñanza pontificia con pasión, ciertamente, y la aplica, y así la enseña también en conferencias.

Tanto la Encíclica “Mediator Dei”, “ El radio mensaje sobre la propiedad privada”, la “Alocución sobre el nuevo orden social”, y la encíclica “Mater et Magistra” como también la “ Mystici Corporis”,  le han sugerido abundantes reflexiones sobre su lugar en la Iglesia.

No están ausentes en sus reflexiones las opiniones de pensadores contemporáneos (también la lista es bastante larga), y sobre todo la doctrina espiritual de San Francisco de Asís, San Alfonso María de Ligorio, San Francisco de Sales. Los dos tratados tradicionales que cita abundantemente son “El tratado del amor de Dios” y “La Introducción a la vida devota”; también San Juan de la Cruz y Santo Tomás Moro de quien cita “Utopía” y algunas otras obras menores.    

Sin citar ninguna obra de Santa Teresita, piadosamente siempre se refiere a algún pensamiento suyo, posiblemente de algún autor que ya había escrito sobre ella. Entre otros doctores y maestros espirituales están éstos que constituyen una cantera de reflexiones y pautas de vida interior que Shaw supo aplicar a la vida cotidiana, y para su crecimiento espiritual.

Y antes de dejarlo hablar pues esa es mi intención, quiero decir que la totalidad de su pensamiento y espiritualidad se apoya en la Sagrada Escritura, y ahora sí habla él cuando dice: “No hay dudas de que la Sagrada Escritura es el mejor libro de espiritualidad, en especial el de los Salmos” (como dice “Divino Afflante Spiritu”) “es muy útil para aconsejar a otro, apoyando nuestras palabras con una cita, utilizándola para confirmar la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los libros sagrados, e ilustrarla con los preclaros ejemplos de la historia sagrada, especialmente del Evangelio de Cristo Nuestro Señor”. Eso está en los cuadernos bíblicos.

      En líneas generales, antes de bucear en textos, que para mí fueron gozosos, quiero aclarar que estuve frente a un género de ideas donde domina la claridad de la expresión y la sencillez de los recursos pedagógicos, que parecen ser connaturales en Enrique; el sentido común, la riqueza en las imágenes sencillas que sabe extraer de la vida cotidiana o de la relación obreros-empresarios, como de su experiencia de la marina, y es lo que le permite un descenso práctico, muy seguro y firme en sus oyentes, a la vez que posee un sentido crítico de las cosas; su mensaje es optimista y esperanzador, si bien es cierto que no tiene vuelo especulativo, teológico digo, filosófico, no lo necesita. En ningún modo ello desmerece la riqueza de sus afirmaciones profundísimas, más bien dirigidas a iluminar una realidad práctica tan compleja como la del mundo empresarial y las relaciones de trabajo.

II

      Comencemos por exponer algunas notas de su diario, que son de 1940 a 1942 (tiene entonces 20, 21 años), de donde se derivan interesantes rasgos de su personalidad, sentido de la vida, cultura, modo de entender las relaciones humanas, la coherente y perseverante actitud de cultivar las virtudes humanas y cristianas, y la fidelidad a lo cotidiano, la responsabilidad, la profesionalidad. Me sugirieron también en el diario varias palabras que se repiten, efectividad entendida en un sólo sentido, de la contemplación a la acción, del ser al obrar, la integridad de los valores y la constante búsqueda de la perfección interior. Dice él: “La castidad es una fuerza enorme, sin ella y todo lo que significa, no gozaría de mi felicidad actual”.

“Cuando puedo charlo con marineros para ir conociendo los deseos del pueblo”.

He sido fiel a esta transcripción casi puntual. Muy pocas veces tiene un estilo corrido, a veces nos sorprende. Se ve que cuando quiere expresar la idea, le da cierto vuelo literario, siempre es par con las ideas, quiere expresar lo esencial, va al grano.

En torno al tema disciplina, obediencia, hacer las cosas bien, predicar con el ejemplo nos dice: “Hoy no estoy contento del todo; por la mañana seguí leyendo el interesante librito del comandante y estuve toda la mañana con la división, controlándola, y sin duda haciendo sentir mi influencia sin ser gritón. Todo lo contrario, creo que hay que acostumbrarles a hacer bien las cosas. Si se manda “ Firmes”, hay que ponerse firmes, y es notable cómo la costumbre los hace cambiar. Después yo cuando los castigo y me vienen a aclarar casi siempre se los perdono, si veo que humanamente, sin tener razón, tampoco hubo mucha culpa”. Quién esto escribe tendría que haber tenido como oficial en el servicio militar a un hombre así; (alguna vez nos excusamos y nos impusieron el doble de penitencia o de guardia).

“Hago después las cosas con ellos, los hago ensuciar en gimnasia haciéndolos echarse al suelo, pero yo también hago lo mismo, y después se dan cuenta que yo los controlo de veras. Cuando les hablo de leyes militares quiero inculcarles siempre interés; al menos no me limito a leerles el reglamento”.

      Es una máquina de crear adverbios, muy singulares: Al menos no me limito a leerles pajaronamente el reglamento, y creo que se dan cuenta; al menos me responden. Después hice gimnasia y procuré hacer un repaso en mi mente sobre cómo mandarlos. A la tarde con la división practiqué, no es nada fácil, pero algo salió mal por una contraorden que dio el oficial, y el responsable soy yo ¡qué rabia me da! En fin, me consuelo pensando que por cierto no me falta la experiencia de organización. Triste consuelo, pero espero que sirva algún día. El trabajito que me dio el comandante está resultando bastante largo, pero es buena práctica. Desde hace una semana que estoy durmiendo 7 horas o menos diarias, si pienso en ello tengo sueño, pero sino sigo encantado con mi trabajo y mis lecturas. Lástima que la radio sólo de noche se oye bien”, y nos deja ahí en suspenso.

Entremezcla estos informes de la vida cotidiana sumergidos en la cultura griega, se imagina la cultura griega, y dice: “ Muchas cosas que últimamente he leído sobre la antigua Grecia me están haciendo pensar mucho. ¡Qué equilibrio!, ¡qué armonía!, me refiero, claro, está vez únicamente a la gente bien”, esto lo leía de un diario.

El 7 de julio de 1941 en un momento de inflexión de su vida ciertamente, considera cumplida su estadía en la marina; veo en estas entre líneas: “Las ideas que tenía sobre mí porvenir han sufrido una gran modificación en mi espíritu por causa de índole religiosa, y ahora sí creo que se van a cumplir. Dios mío, dame fuerza y humildad para poder glorificar tu nombre y ser fiel a tu séquito”. Sabemos que recién en 1945 deja la marina, pero hay dos o tres textos como estos; compara lo que está haciendo, está contento, sigue trabajando, a veces se siente un poco en ridículo, le mandan sus superiores trabajos infinitos, los hace, con una disciplina férrea, impresionante, sabe que pierde el tiempo (por otro lado no se engaña), pero piensa en su formación. Yo creo que todo esto después hay que verlo reflejado en su disciplina de trabajo, en los años fecundos, que es muy importante tener en cuenta.

Por otro lado, en el diario surge también, la oración y la búsqueda de la humildad que fueron su norte sin ninguna duda, ante un medio muy adverso, “…después del rancho, ya de guardia rogué, me siento mejor”, dice, “también tiene razón papá cuando pondera el Padrenuestro, siempre que lo recé le agregué que me de humildad”.

Fortaleza interior ante las adversidades, era su lucha; no le preocupaban ni el peligro, ni las adversidades, no he visto que se deprima, no era un hombre depresivo, “… mañana es aniversario de Mamá, anoche dormí menos de 3 horas pues me quedé trabajando. Mi jefe me dijo prácticamente que no sea idiota, que no valía la pena, que sepa administrar mi sueño, y para colmo me lo dijo de mal modo. Estoy tan acostumbrado a disgustos que hasta creo que me hace bien, al darme nuevas energías”.

Conocer a los hombres sin prejuicios, título que me pareció que podía ponerle a este texto. “Uno aprende mucho siempre” dice, “es una de las cosas en que siempre he creído. Quien tiene un defecto en un lado es casi seguro que tiene una virtud por otro, de la que se puede tomar ejemplo o aprender”.

Era “ Un hombre alegre” sus escritos hablan de la alegría, y la alegría pascual ciertamente, no es la alegría del arlequín, “Estoy lleno de optimismo, de sana alegría y satisfacción por mi trabajo, por mi gente, por lo que aprendo, por lo que leo, por lo que hago, por lo que me divierto”.

“Dios mío, María sin pecado concebido, mamita, Santa Teresita del Niño Jesús, Ángel custodio, alma de los fieles difuntos, rueguen por mi”. “Y veo perfilarse además mi camino como si yo estuviese en la cima de una montaña y veo el mundo debajo”, y pone punto, terminando ahí la frase “Estoy contento”, pero a su vez en este joven de 20 a 22 años creo que según las fuentes que recorro, crece la conciencia y la responsabilidad del dirigente católico, “Cada día que pasa me siento más compenetrado de un sentimiento muy fuerte de tradición de trabajo, de no tener miedo a las responsabilidades, de tener imaginación, es decir, de los deberes de una clase gobernante”, esto lo escribe a los 21 años.

      A partir de 1948, cada vez más, las categorías que dominan sus reflexiones son bíblicas y evangélicas. Dice él: “Alabar a Dios es la mejor forma de expresar la gratitud, así lo hizo su propio hijo”, pone la cita de Mateo 11, 25. Es el elogio más usado en la Escritura para alabar al Padre celestial que manifiesta su omnipotencia usando la misericordia.

También cree que la Escritura le recuerda y alienta en las virtudes cristianas. Hace una reflexión sobre cómo pregonar su bondad, la bondad de Dios, y cómo gloriarse de sus misericordias una vez que uno se siente perdonado, dice él. “Dado que saber lo que a Dios le agrada es la suma sabiduría, al mismo tiempo, que es la plena claridad de la conciencia y felicidad del corazón, recordemos que colmará de beneficios al que confía en él, a quien es manso”. Deducción de esto es que toda aplicación o preocupación nuestra es simplemente y necesariamente una: ser mansos, confiar. Hace una pequeña oración tomada del Salmo 32, que parafrasea: “ Venga oh Señor tu misericordia sobre nosotros según la esperanza que tenemos puesta en ti”.

El conocimiento de Dios mereció numerosas reflexiones y anotaciones como éstas. Sobre la sabiduría que santifica por el conocimiento espiritual de Dios, haciendo una reflexión sobre la primera epístola de Juan 2. 4 y 4. 8, también Juan 17, la oración sacerdotal, dice “Y la vida eterna consiste en conocerte a ti, sólo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste. Es decir, que el conocimiento del Padre y del Hijo es obra del Espíritu y de ambos, ese conocimiento se vuelve vida divina en el alma de los creyentes, y citando a Oseas “Porque misericordia quiero y no sacrificio, y el conocimiento de Dios más que los holocaustos”, le sugiere expresar “confíen en ti quienes conocen tu nombre Señor”, y dice él “ Nótese la importancia del conocimiento espiritual de Dios, el conocer su nombre que es el de Padre, es fundamento de esperanza, me da esperanza”. Otra gran enseñanza de este versículo es la seguridad que siempre tenemos (ahora se refiere al Salmo 90) de encontrar a Dios como el Padre admirable del hijo pródigo (Lucas 15) con sólo querer buscarlo.

Deslumbrado por la sabiduría divina, medita largamente el libro del Eclesiástico y el Eclesiastés, los dos primeros cuadernos bíblicos.

Meditando el Eclesiastés 2-10, dice: “A quien ama el Señor le será iluminado su corazón. Si deseas la sabiduría guarda los mandamientos y Dios te la concederá”. “Los que solícitos le buscaren gozarán de su suavidad”.

Pocas veces nos mueve Dios a hablar, porque la sabiduría suele estar en retirada o en retirarse, pero ¡ay! de los que tienen carga de responsabilidad y callan su sabiduría por consideración a la de las personas, a los intereses, o a la prudencia humana. Hay que entregarse a la sabiduría como un prisionero que ya no goza de libertad, la humillación de sí mismo, la sumisión y perfecta entrega a la sabiduría es la condición indispensable para alcanzarla, ¡y pensar Señor que  has revelado a los pequeños, qué es la sabiduría!.

Extraje breves textos; realmente es una hermosura esta meditación sobre la sabiduría divina porque ha tocado, como lo medular en el Antiguo Testamento. La sabiduría es el título de Cristo. Cristo es la sabiduría, la plenitud de la sabiduría del Nuevo Testamento. Pero ha visto también y ha comparado también toda sabiduría humana, su cultura, ante la sabiduría de Dios; llevado por San Pablo, llega a decir que toda sabiduría y cultura la tengo por desprecio; al conocer la sabiduría divina, la pide constantemente. Y desde el Antiguo Testamento abordó los evangelios con una comprensión más amplia de la revelación cristiana, centrada en Cristo.

Un comentario dice: “La obra por excelencia, según Jesús, es dar crédito a las palabras y promesas que Él nos da de parte del Padre”, meditando Juan 6-29, “La queja constante de Dios es esta, que no le prestamos oído ¡El único precepto que Dios Padre nos da personalmente en el Evangelio, es el de escuchar a Jesús! (Mateo 17-5). Lo mismo dice Cristo (Juan 6), y también María (Juan 2-5) “Hagan todo lo que Jesús les diga”.

“Dios ha puesto en su palabra una virtud que convierte y salva y santifica”, a cada uno de estos textos les ha puesto, según la búsqueda del corpus paulino un texto de San Pablo, y un Salmo, más. Se pregunta él: “¿Cómo curará el médico al que no quiere conocer su receta?”, citando Isaías 53-1. Llega a la conclusión de que ignorar las escrituras y sus tesoros escondidos es ignorar a Cristo.

 Dice León XIII en su “Providentissimus Deus”: “En cuanto al Salvador del género humano, nada existe sobre Él tan fecundo y tan expresivo como los textos que encontramos en toda la Biblia”, y San Gerónimo tuvo razón en afirmar que ignorar las escrituras es ignorar a Cristo. Y lo tomó casi como lema. Lo he encontrado citado muchas veces.

      “Un plan para leer la Biblia para un hombre de su edad”, así lo titula en algún momento. Si este cuaderno es de 1950 o de 1951 posiblemente, con alguna aproximación, estamos en los 30 años de Enrique. “Reflexiones acerca del Antiguo Testamento por alguien de mi edad y condición”, y lo pone en 6 puntos:

1°-“Por lo visto anteriormente y muchas otras citas; sabemos ya que el sólo hecho de leerlo con recta intención es buenísimo; la Palabra de Dios es pura, quien medita mis palabras no pecará”.

2° “No hay duda además, que las Sagradas Escrituras es el mejor libro de espiritualidad, en especial, el de los Salmos”.

3° Además, “como dice Bourdié, (tiene una gran fuerza de expresión), aclara; “el dogma de la vida es en realidad una bomba atómica”.

4° Es bueno para fomentar la Fe el conocer en general, el conocer lo que les pasó a Abraham, y Jacob.

5° Es muy útil para aconsejar a otro, apoyando nuestras palabras con una cita, como dice “La Divino Afflante Spiritu”. Utilizarla para confirmar la Doctrina Cristiana con referencias tomadas de los libros Sagrados.

6° En este programa, para un hombre de su edad y condición, dice “Un posible peligro es que siendo tan entretenida la lectura, uno se distraiga, o no lo haga por un fin espiritual, sino por ejemplo: Puedo decir que he leído íntegra la Biblia, en esto no hay que caer”.

No se me ocurre que haya perdido tiempo con la Biblia, y se haya distraído; puedo asegurar que le sacó mucho jugo. Ciertamente la lectura asidua de la Escritura ha ido conformando un hábito de reflexión donde todo giraba en torno a la relación, como a su obligado punto de referencia; ello le dio a Enrique Shaw la firmeza de sus intuiciones, la sencillez en sus explicaciones y la claridad que suelen dar, la fidelidad al Evangelio y a la enseñanza de los apóstoles.

      Ahora bien, sus esquemas de charlas alocuciones y conferencias están repletas de referencias de la Sagrada Escritura, en las que respeta un vocabulario inequívoco que él consideró plenamente, para distinguirlo de las expresiones vulgarizadas.

En algún momento empieza a purificar el lenguaje, y comienza uno de los cuadernos bíblicos, el tercero, distinguiendo lo que es la sabiduría humana y la sabiduría divina, qué piensa San Pablo sobre la reputación y qué piensan los obreros sobre la reputación, por ejemplo. Y esto luego lo aplica en su lenguaje, en sus charlas.

El dice por ejemplo “La sabiduría significa más que prudencia, y más que ciencia y consiste en el conocimiento de Dios, y una vida conforme a su voluntad. Si la moral es la ciencia de lo que debemos hacer, la sabiduría es el arte de hacerlo con agrado y con fruto”.

“Lejos de la falsa concepción moderna que confunde sabiduría con el saber muchas cosas, ella es más bien un saber de lo divino. Ella sólo tiene valor y eficacia cuando se inspira en el temor del Señor. Entiendo por temor lo que se indica en la próxima definición sobre la sabiduría dada por Dios a Salomón”, y cita un texto. Lo que he leído es de él, y tengo que decirlo porque su honestidad intelectual no lo hubiese dejado pasar sin citar al autor. Siempre, siempre lo he visto citado, entre comillas, no con una cita académica, pero sí de fidelidad al texto. Y dice “El temor no es de Dios, no es el sentimiento egoísta del miedo, sino la suma reverencia que teme desagradar a Dios”. Veamos lo que dice por ejemplo, el Salmo 110, Proverbios 1-7 “Fe y sumisión al Dios justo”… también otro lenguaje: justicia, prudencia.

Para resumir: su amor a la Palabra de Dios, me resulta muy grato reproducir su comentario al Profeta Isaías. Hace un comentario al texto de Isaías 66, es el último cántico de siervos sufrientes para la pasión muerte y resurrección tan significativo; es una meditación muy profunda, “Y en quién pondré yo mis ojos sino en el pobrecito y contrito de corazón que oye con temor mis palabras”, y dice “El templo de Dios somos nosotros”, de ahí que Él mide todo el interior de ese templo, para ver si allí se le rinde el culto máximo que, según San Agustín, consiste en la fe, la esperanza y la caridad. La disposición del corazón contrito, que es también un don de Dios, se requiere como condición previa; es como dice un maestro de vida espiritual, la zanja indispensable para hundir el cimiento que es la fe, el cual será tanto más seguro cuanto más hondo se haya cavado en la negación de sí mismo”.

Esto me ha echo pensar, que conoció algún texto de Santa Teresita; el tema de la demolición interior, el vaciamiento interior para que Dios ocupe todo, hay algo de eso. Quizás la cita provenga de San Alfonso María de Ligorio.

      Y la cita final que ha elegido para el frontis de los textos bíblicos dice: “ Un gran fruto de la lectura de las Sagradas Escrituras, es el sentido de lo real de la presencia de Dios”; descubrió lo que llama Pablo VI en el motu proprio  “Eucaristicum Mysterium” la presencia de Dios en la Palabra y en la Eucaristía, en la doble presencia real de Dios, lo dice de esta manera tan sencilla.

Si quieren, yo me he imaginado a Enrique leyendo la escritura como en verdadera oración, porque las anotaciones, el cuidado de las citas, es un momento de oración muy profunda que tuvo, durante mucho tiempo. La lectura piadosa y científica de la Biblia (recordemos las continuas referencias a la “ Divino Afflante Spíritu”), con su enseñanza de conciliar los sentidos y géneros literarios, le fue dando sus datos necesarios para proyectarlos sobre la avenida que tenía que iluminar la realidad social y familiar, empresarial y obrera. Y digo que después no hay ningún esquema en sus notas y libretas que no se apoye en algún texto bíblico, sin hacer una apoyatura bíblica como decimos en Teología.

      Luego quiero hacer un potpourrí, son varias hojas así que he preparado los textos, pero quisiera seleccionar algunas. Otra lectura posible de sus escritos, además de su interpretación de la escritura, me la sugirió el contenido de los mismos y es el considerar los principales conceptos de la Doctrina Cristiana incorporados a su forma de pensar, de decir las cosas, de enseñar y de vivirlas sobre todo. Por ejemplo, sobre la Encarnación y sobre Jesucristo.

Es evidente que la centralidad del misterio de la Encarnación de Jesucristo como único mediador entre Dios y los hombres es el punto de partida de sus reflexiones.

“No hubo más que una encarnación, y ésta fue redentora; el sacrificio de Cristo, la cruz, está en el centro de todas las perspectivas terrenas, una solución que pretendiera bajar, dejar la cruz de lado sería precaria, estando continuamente propensa al desequilibrio, a causa de las tendencias desordenadas que hay en todos”. Esto lo dice en “Id y dominad la tierra”, (un concepto cristiano del desarrollo). La Encarnación no es una especie de meteoro que ha caído desde el cielo sin vinculación alguna con el proceso de la historia, por el contrario, es el momento decisivo de todo un proceso que comenzó antes que ella y que aún continúa (casi lo explica en forma catequística). Esto también está en “Id y dominad la tierra”. Y a partir de la Encarnación hay un deseo sincero de ordenar todas las cosas en él, en Cristo.

Dice Enrique: “Quien en la comunión ha sido incorporado a Cristo no puede menos que querer que toda la sociedad humana prepare y refleje la comunión de los hombres entre sí, lo cual evidentemente requiere el establecimiento de un orden social, y al estar ubicado cada uno con respecto a Cristo, nos ponemos en nuestro verdadero lugar con respecto a las demás partes del cuerpo místico, con lo que se restaura el verdadero orden”.

Y aquí encuentro una cita casi textual de “Mystici Corporis” de Pío XII, un deseo sincero en “Eucaristía y Vida empresaria”, dice: “Quiero estar más unido a Dios, a Cristo, a la Iglesia en todos los momentos, quiero ser Cristocéntrico en mi razón de ser, en mi forma de hacer, que el plan de Dios sobre los hombres, que es un misterio de amor, se lleve a cabo”.

      En la selección de estos textos seguía los grandes momentos de la Revelación y de la doctrina cristiana, y vi que se podían enumerar bajo este título: “la Iglesia”, y expresiones de él tales como servirla, amarla, darla a conocer.

“Desea en un momento, la unión de la Iglesia y servir a la Iglesia, incluso hacerla conocer y amar pues Cristo en ella vive y es por ella que se manifiesta el Espíritu Santo; que Dios es alabado, en la medida en que la Iglesia es pura porque lo mejor que podemos hacer por los hombres es hacerles conocer, amar y entrar en la Iglesia, pues ella es fuente de una vida mejor, nos da la gracia, nos ilumina”, y él pone entre paréntesis “Qué sería sin Quadragésimo anno”, cita una fuente, pues fue un documento que a él ciertamente le impacto, y da toda la doctrina. “La Iglesia no tiene condición de impedir que pase el mundo sino santificar el mundo que pasa”, es una reflexión a partir de Gilson. “Ultimamente estuve leyendo bastante sobre la Iglesia, a las 132 dudas que alguna vez tuve, las pocas que me quedan se referían a ciertos aspectos de la Iglesia”. “Quería decirles cuánto debemos agradecerle a Dios que haya creado la Iglesia; ¡qué sería del mundo sin ella!, aún intelectualmente. Que nosotros seamos hijos de la Iglesia, ¡qué felices!”, esto lo decía también en un texto de libretas personales.

Quiero ir hacia algunas conclusiones.

Al leer estos textos uno se siente identificado con el lenguaje de Enrique, un lenguaje empresarial, también académico, sus conocimientos de marketing, y también un lenguaje eclesial, lenguaje universal. Para mí es muy bueno eso, que mantenga las dos cosas, y cada vez más, una nota que pude ver es que su lenguaje se empieza a universalizar, no afloja y profundiza mucho su lenguaje específico y profesional, pero al mismo tiempo adquiere un lenguaje universal y eclesial tanto por su conocimiento del Magisterio, cuanto por su conocimiento de los teólogos, y sus reflexiones son más universales.

Pienso, que por ejemplo, “Eucaristía y vida Empresaria” lo puede escuchar cualquiera, perfectamente, entusiasmarse con este lenguaje; está dirigida a empresarios y esa es su intención, pues es totalmente universal.

      Vamos a leer algo sobre el bautismo de él, que ha recogido en textos, un texto del bautismo. Esto le da conciencia de su misión, de su vida cristiana, poco a poco le fue haciendo pensar y en algún momento (en libretas personales) hace una reflexión sobre el bautismo. Es sobre su bautismo y dice: “Y es el tesoro divino que Dios colocó en nosotros mediante el bautismo. Grandeza del destino al que nos quiere llevar, incapacidad nuestra para llegar. Dios inventó la gracia santificante, ¡qué regalo gratuito!. Llevamos ese licor precioso, nuestra divinización, la gracia santificante, en vaso frágil, trabajar con confianza de hijos pero sin presunción. Tengamos en cuenta que delante está María para rogarle que ponga todo su poder de intercesora. Por aturdimiento… a ratos perdemos el rumbo”, (siempre la reflexión del bautismo). “Miembros de Cristo y miembros los unos de los otros, pidámosle que nos haga conocer lo que es la vida divina, que nos haga sentir nuestra condición de redimidos para que nuestros hermanos, como el paralítico de la piscina, sientan ansias de participar en esta vida divina que nos da tanta alegría. El gran método es vivir conectados a él con nuestra vida divina, nuestra vocación corredentora, que nos haga sentir el bautismo”.

      Y sobre la Eucaristía dice que “Además de prenda de vida futura es encanto de la presente. Ella estimula el gusto de vivir y suscita el ansia de expansionarse fundiéndose en el misterioso dinamismo de la creación entera. Nos hace presente el mandato bíblico de dominar la tierra y la parábola de los talentos, que nos inducen a estar a la cabeza de todo adelanto técnico que libere al hombre, multiplique su capacidad creadora, y evite todo desperdicio de lo material”. Este texto ya es conocido en “Eucaristía y Vida Empresaria” que me pareció muy original, y de aplicación inmediata en la Eucaristía y al mundo empresarial por todo el tema que significaba la dignificación de las cosas. Si Dios dignificó de tal manera (esta es una idea que surge del texto), el pan y el vino asumiéndolo desde la creación misma, que él había creado, también, dice Enrique “todos los elementos necesitan de una dignificación del trabajo, porque están hechos para los hombres”; tiene un sentido eucarístico, notable.

      Omito varios textos sobre la caridad social, su concepto del pecado, el verdadero sentido del trabajo, la perfección cristiana, ideas sobre la escatología, para anclar en el ancla de salvación, la Virgen. A la Santísima Virgen María le dedica un cuaderno, ciertamente inconcluso dice allí: “Con respecto a la Santísima Virgen debo tener los mismos sentimientos que Jesús tenía hacia ella, de haber querido depender de la acción del Espíritu Santo a través de ella, sentimientos de hijo, sentimientos de querer hacerla participar en toda actividad apostólica o no. Ella es una madre que quiere ayudarme a vivir la vida de Jesús, y mediante la ayuda del Espíritu Santo quiere que yo le ayude a darle a Jesús al prójimo. La consagración es un pacto por el que nos damos para que Jesús y María se den a nosotros, y por nosotros Él se de a los demás”, Enrique se consagró a la Virgen; en algún momento hubo una consagración privada, porque hay varios textos que hablan de su consagración a la Virgen.

      La siguiente oración a la Virgen de la Salud parece haber sido de su preferencia, en sus últimos años, durante una convalecencia. Parece que está en la cita de las Siervas de María, Uruguayana, República Oriental del Uruguay. Encontré esta oración que no es de él y parece que la repetía. “Tu que del triste mortal eres de salud y esperanza, de tu hijo, Virgen, alcanza la curación de mi mal. Y si este bien temporal no conviene al alma mía, dame paciencia oh María hasta que llegue el momento en que de males exento goce de eterna alegría, Amén”. Es una oración cuya cita  ha encontrado, pero la hizo suya.

      Finalmente, dejó varios textos. Quiero recoger un propósito de vida, allá por 1945 parece ser, cuando él se decide ya a dejar la marina; así lo titula por lo menos en uno de sus cuaderno; y dice: “Propósitos para 1945: es necesario hacerse santo, empezar ya, no dejar pasar ninguna gracia, recordar que por sí sola valen más que todos los terrenos y que dejando pasar una perdemos todas las que vendrían detrás de ella. No dejar de responder a ningún llamado de Jesús, entregarse a él sin restricción alguna. Cumplir todos mis deberes y del modo más perfecto”.

“Con respecto al prójimo en general y a los que me son más próximos en especial. Ver en ellos un instrumento puesto por Dios para conducirnos al cielo. Amarlo en todas sus partes, por ser o poder llegar a ser recipiente de la gracia, incluso en sus defectos y pecados por ser precisamente a dichos aspectos a los que se aplica la redención. Considerarme deudor de ellos, especialmente a los que me son próximos, estándoles agradecidos por la oportunidad que me dan para santificarme. El prójimo siempre sujeto a esta oración. Cumplir íntegramente el programa, no dejar de hacer al menos un sacrificio por día, además de repetir ningún postre a menos que haya sido hecho por Cecilia. Tomar horror al pecado, aun venial”. Sea bien entendido; pero su concepción del pecado, su comprensión de la tremenda herida del pecado en el hombre, ciertamente lo ha pensado, lo ha estudiado mucho, tiene mucha apoyatura bíblica. Fue motivo de seria reflexión por parte de él. Dice el punto 8: “No pelearme ni faltar el respeto, ni disgustar siquiera a Jorge (su suegro) aún teniendo la razón yo. Vivir la afirmación de Pascal, “Jesucristo estará en agonía hasta el fin del mundo, durante este tiempo no se puede dormir“. Y punto diez, una especie de decálogo de vida, “es prioridad del amor ser impaciente, y el amor extremo es extremadamente impaciente. Todo cristiano debe querer la gloria de su Dios y sufrir horriblemente con la ausencia infinita de esta gloria”.

III

      Termino, con 7 puntos a modo de conclusión:

1°- Digo así: Los rasgos de su humanidad me sugieren un umbral de normalidad, mente saludable, sentido común, buen humor, comprensión, tolerancia, desprejuicio, gran laboriosidad, sacrificio al extremo, responsabilidad y “compromiso con el bien común”, una de sus consignas.

Hay que pensar que Enrique Shaw muere en vísperas del Concilio, a pocos meses de la apertura del Concilio. Sin duda será conocimiento supremo de la Iglesia en el siglo XXI ¡quien lo discute!, y no es casualidad que encontremos amplias y sorprendentes coincidencias de su pensamiento bíblico y eclesial, en los grandes documentos que emanaron de las comisiones conciliares, y que imagino hubiese sido de sola y gran alegría para él ver reflejadas muchas cosas que él ya pensaba y que ya creía.

2°- Sí, a mi juicio hay sorprendentes adelantos e ideas premonitorias en los escritos de Shaw que luego leímos en la Constitución Pastoral “Gaudium et spes”, especialmente la sección segunda que he repasado y que abarca los números dedicados a algunos principios que rigen el conjunto de la vida social, y en el decreto sobre el apostolado seglar.

3°- Me quiero referir a la Pastoral Colectiva del Episcopado Argentino sobre la promoción y la responsabilidad de los trabajadores. Yo creo que en la pastoral colectiva, la participación y el protagonismo de Enrique, fue fundamental. Pienso que no fue único. Por lo general los documentos de la Iglesia son hechos por un equipo de la Iglesia argentina, no hay antecedentes de trabajos en equipos anteriores, estamos en 1956. Me sugiere que acá hay alguien que se ha jugado y ha puesto también toda su pasión en apoyar lo que su amigo Monseñor Rau le ha pedido: colaborar en la pastoral colectiva. Es un tema que estoy estudiando.

Dice Monseñor Farrell, recientemente fallecido, en su libro “Iglesia y pueblo argentino 1860-1974”, que recién en 1956 para el primero de Mayo la jerarquía Eclesiástica publicaría un documento pastoral extraordinario y sin precedentes en defensa de los trabajadores, aunque su carácter doctrinal y el silencio de los medios de comunicación lo hicieron pasar desapercibido. Justamente lo que dice Farrell, (tuve la suerte de haberlo comentado con él). Pude charlar bastante y me dio varias pistas para la investigación y estoy trabajando en eso ahora. Estaba convencido de que es un documento fundamental en las intervenciones del Episcopado Argentino sobre la Doctrina Social de la Iglesia, que pasó sin pena ni gloria, obviamente por las circunstancias, pero que en algún momento se lo retomará. Es cierto: consulté todos los diarios de la época, ninguno menciona el documento, ni las revistas católicas que podrían haber tenido algún eco; como “Notas de Pastoral Jocista”; no sé si ACDE  tenía publicaciones en ese tiempo. Son documentos que pasaron sin pena ni gloria. Pero hay que decir que se conserva entre sus inéditos una libreta cuyos esquemas, de trabajo, coinciden plenamente con la elaboración definitiva del documento, y nos sugieren que Enrique tuvo un protagonismo esencial, en la elaboración de este documento. Que finalmente redactó, el Cardenal Caggiano tomando todos los papeles, aún sacando a Monseñor Rau del medio por lo conflictivo de la circunstancias y del momento, y él le dio la forma definitiva.

De confirmarse esto, ya que hay bastantes elementos y faltaría un poco más de investigación, estaríamos ante el primer perito del episcopado argentino. Lo digo con conocimiento y habiendo consultado también en fuentes anteriores a 1956. Este trabajo de la pastoral colectiva, especialmente las coincidencias del número 114 en adelante del documento, a partir de la cuarta parte de las “exhortaciones a los trabajadores y a los empresarios”, tengo que decir que hay plena coincidencia con los esquemas y aún la redacción que tiene en su libreta. Y esto me habla del testimonio de su compromiso eclesial. Estaba totalmente comprometido y compenetrado con la Iglesia.

4°- El tema del conocimiento de la voluntad de Dios es una inquietud que recorre gran parte de sus escritos, es muy recurrente; acaso expresa el deseo de intimidad divina que Enrique buscaba con coherencia y perseverancia.

5°-  La oración como medio de santificación , y el sacrificio y la moderación en todas las cosas muestran un alma magnánima.

El binomio sacrificio y oración a mí me sugiere que tiene por maestra espiritual a Santa Teresita. Todavía no he encontrado ninguna cita de ella.

6°- La vida cotidiana vivida a la luz de la vida teologal, la fe, la esperanza y la caridad, las virtudes fundamentales, especialmente las virtudes fundamentales vividas no en la omisión sino en la acción, con riesgo y audacia.

7°- El descenso de las virtudes fundamentales al plano práctico en forma inteligente y responsable sin que el temor refrenase la audacia para acometer, y siempre buscando la acción desde la contemplación. La reflexión antecede a todas sus ideas prácticas, basta con ver los esquemas que hacía para las conferencias y charlas, para los programas de ACDE.

Es una pregunta que hago al aire a mano alzada como quien dice: ¿Por qué nos inclinamos sobre sus escritos y sobre sus fuentes? ¿Por qué se torna inspirador su pensamiento y ejemplar su vida, edificante el testimonio de su fe hasta el final? ¿Acaso porque creemos que estamos ante una persona cuya existencia condice plenamente con lo que la Iglesia considera de santidad canonizable?.      

      Quiero citar un pequeño aporte. El 6 de Junio de 1954 se ve que se ha acercado al misal y tomó nota de la oración de la misa: “Oh Dios que iluminaste los corazones de los fieles”, estamos ante la oración del Espíritu Santo, y él pide “Que el Espíritu Santo me ilumine, me haga ver lo que es importante y lo que no es. ¿A qué hay que dar prioridad?, que no suceda lo que dice el padre Martín Dalens en su artículo sobre la Asunción de la Virgen, en el Mary Book”.

“Concedernos el gustar de todo lo recto”; gustar medita él, “que así como hay gente a la que sólo le gustan los buenos cuadros, que sólo nos guste lo bueno. Gocemos de su consolación; no se nos dice que no tendremos tribulaciones, sino que tendremos gozo a pesar de ellas, tal vez en ellas. Pienso y pido que el Espíritu Santo, con aquello otro de “enciende en ellos el fuego de tu amor y con sus dones me y nos haga un instrumento afilado para que así podamos cumplir bien la misión de amor que Dios espera de nosotros”.

Por Mons. Mario A. Poli

Mons. Mario A. Poli es Dr. en Teología, especializado en historia eclesiástica desde hace 21 años. Fue formador en el Seminario metropolitano de la Inmaculada Concepción y director del Instituto Vocacional San José de San Isidro.

Nuestro orador es el primer Sacerdote que ha tenido la oportunidad de examinar metódicamente tanto los originales de los escritos citados por Enrique, como todos sus manuscritos, incluidos su “Diario”, su “Libretita de apuntes” y temas específicos sobre las “Meditaciones bíblicas” de Enrique.

Recientementre el Santo Padre, Juan Pablo II, lo nombró Obispo titular de Abidda y Auxiliar de la arquidiócesis de Buenos Aires.