Enrique Shaw, un empresario de Dios
Con motivo del centenario del nacimiento de Enrique Shaw, empresario argentino que nació en Paris en 1921 y falleció muy joven en Buenos Aires en 1962, tuvimos ocasión de entrevistar a su hija Sara Shaw de Critto. Contó la vida íntima, cotidiana de este Siervo de Dios que está en proceso de Canonización, aceptado por la Iglesia en 2001, siendo el primer empresario próximo a ser elevado a los altares.
Ella cuenta “Soy hija de Enrique, tenía 16 años cuando murió, por este motivo tengo muchos y lindos recuerdos.
Las causas de canonización son procesos en donde se evalúan las virtudes cristianas en grado heroico de una persona, yo pude ser testigo de las de mi papá”.
“En la vida en familia, nunca lo vi discutir con mi madre, nunca criticaba, su alegría era constante, jugaba con sus hijos, nos hablaba mucho y nos educaba”.
Recuerda “¡Tanta gente me habló bien de mi padre! Me maravillaba y admiraba como hablaban de él después de más de cincuenta años de su fallecimiento.
Se emocionaban al recordarlo, varias veces vi lágrimas en los ojos de los que lo recordaban. Muchas veces me dijeron: tu papá era un santo; cuando les preguntaba que recordaban de él, no contaban hechos grandiosos o raros, me contaban cosas pequeñas, su sonrisa, su afectuosidad, su respeto”
Cuando iban a Misa dice “al terminar de comulgar, abrazaba a dos, tres o cuatro de nosotros, algunos arrodillados, otros parados, y nos ayudaba a hacer la acción de gracias. Nos arrodillábamos en el mismo banco, juntábamos las cabezas y él nos pasaba el brazo con mucho cariño por atrás de los hombros”.
“Se ponía de rodillas, mirando al gran crucifijo a la derecha de la nave, y los chicos nos poníamos a sus lados y los mayores de rodillas.
Rezábamos juntos “Alma de Cristo, santifícame” y “Miradme, Oh mi amado y buen Jesús”.
También dice “el rosario lo rezábamos todos los días, en el living de nuestra casa, frente a un cuadro de la Virgen”
“Nunca le escuché hablar con amargura ni resentimiento sobre nadie, ni recuero peleas entre mi padre y mi madre, nunca los vi discutir. Me parecía eso tan normal que cuando me pidieron mi testimonio no lo puse por escrito, recién me di cuenta cuando una de mis hijas me preguntó a mí y a mis hermanos, todos lo confirmaron, no tenían recuerdos de ellos discutiendo”.
“Era una fiesta recibirlo cuando volvía de su trabajo; silbaba desde la puerta y todos los chicos corríamos a recibirlo. Nunca demostraba sus problemas y contratiempos; apasionado por sus hijos era de una delicadeza extrema, escuchaba con mucha atención, con mucho cariño”
Recuerdo que “cuando entraba en la casa, el ambiente cambiaba, nos movilizaba a todos con su alegría y buen humor, se notaba que gozaba con su familia”.
“¡Jamás volví a presenciar una alegría semejante! Después que él murió, yo extrañaba esa alegría y siempre estaba atenta, pero nunca la encontré”.
“Tenía horror por la mentira, insistía en que las respuestas fueran claras, que decir las cosas de un modo incompleto era una “media mentira”, Callar algo era igual que mentir”
También relata el derrotero espiritual de su padre, “desde los veinte años poco a poco armó un programa de vida al que llamó “Peldaños en el amor a Dios.” Lo analizó minuciosamente con su novia con la que intercambiaba muchísimas cartas porque estaba embarcado, eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y él era marino”.
La novia era Cecilia Bunge con la que se casó y tuvo nueve hijos, Sara es la mayor de las mujeres. “como hija fui testigo de su esmero en concretarlas, especialmente lo escuché muchísimas veces decir: Señor mío y Dios mío, Que sea lo que Dios quiera”.
En un encuentro virtual con empresarios, el presidente argentino Alberto Fernández expresó “Yo quiero el capitalismo de Enrique Shaw, que invertía y daba trabajo, favorecía a la empresa y beneficiaba a la sociedad”, al cerrar el XXIII Encuentro Anual de ACDE. En ese seminario virtual se debatió el futuro de la economía, la situación social del país y el futuro de las empresas en el contexto de la salida de la cuarentena por el coronavirus.”
Redacción: Graciela Falabella (SIGNIS Argentina), corresponsal de SIGNIS ALC en Argentina.
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